CUADERNO DE CASTIGO | Punishment Notebook

by Andrés Yépez from Quito, Ecuador

 
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Aprovechando que la cuarentena y mi propio encierro se alinearon, he buscado hacer de este confinamiento el cuerpo que contiene mis miedos y mi casa la isla que me tiene atrapado con ellos.  Ellos y yo procuramos que la luz entre a través de las grietas y ventanas de mi casa, al punto de volverse casi un ejercicio radiográfico; y de dicho ejercicio nace este pequeño ensayo.

Una suerte de técnica diagnóstica mediante la cual se obtenía una imagen al exponer uno de esos miedos a esa fuente de radiación de alta energía, esa luz que abriga y que antes de toda esta conmoción salvaba cada día. Cuando un miedo se interpone entre esa fuente de radiación y un receptor -a veces mi familia, a veces yo mismo, casi siempre nadie-, las partes más densas de ese miedo aparecen en diferentes tonalidades, como en una escala de incertidumbres, formando una frase, una pregunta o una canción.

Durante este tiempo he visto como muchas personas que hacen imagen se han dado licencias poéticas y se nota como a ratos están respirando su propio agotamiento, producto de la sobreexposición a uno mismo y a la forma de cómo nos vemos. La pandemia nos ha obligado a enfrentar esos otros encierros, los que te ponen cara a cara con la fuerza incendiaria del miedo.

As quarantine and my own confinement became aligned, I have sought to make this confinement the body that contains my fears and my home the island that has me trapped with them. We try to let light enter through the cracks and windows of my home, in such a way that it became almost an X-ray exercise; and from this exercise I made this essay. 

A sort of a diagnostic technique where an image is obtained by exposing a fear to that source of high-energy radiation, the light that shelters and before all this global commotion saved us every day. When a fear poses itself between that source of radiation and a receiver — sometimes my family, sometimes myself, almost always nobody — the densest parts of that fear appear in different tones, as if on a scale of uncertainties, forming a phrase, a question or a song.

During this time I have seen how many people who make images have given themselves poetic licenses and is notorious that some times they are breathing their own exhaustion, a product of overexposure to oneself and to the way we have made us to see ourselves. The pandemic has forced us to face those other enclosures, the ones that put you face to face with the incendiary force of fear.

 

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